La rebelión Pedro Pablo Atusparia
Pedro Pablo Atusparia es otro personaje que llena las páginas de la historia y tradición huaracina. Por muchos años su estatua, junto a la de Luzuriaga, ocupó un lugar predominante en nuestra plaza de armas. Actualmente se encuentra entre la Municipalidad Provincial y el edificio del correo. Pero ¿Cuánto sabemos de este insigne líder indígena?
Se sabe que nació en Marián en 1840. Hay diversas versiones sobre sus orígenes, y se tiene muy poca información sobre sus primeros años; hasta que estalló la rebelión indígena de 1885 liderada por Atusparia.
Eran tiempos convulsos. El callejón de Huaylas había sido asolado por varios de los ejércitos de la guerra con Chile, y los campesinos habían sido reclutados para las tropas. Tras la firma del Tratado de Ancón, en octubre de 1883, se inició el enfrentamiento entre Miguel Iglesias y Andrés Avelino Cáceres.
En Huaraz, la revuelta comenzó en febrero de 1885. El prefecto Noriega había impuesto un trato duro, inhumano y discriminatorio para los indígenas a los que se obligaba a trabajar gratuitamente en las obras públicas y a pagar una contribución personal de dos soles semestrales, lo que los empobrecía cada vez más. Se dice que Noriega además se beneficiaba personalmente.
Los indígenas liderados por Atusparia presentaron un memorial pidiendo la exoneración o reducción del impuesto, consideraban que el trabajo sin pago era propio de esclavos y la contribución personal abusiva pues, la mayoría trabajaba en las haciendas prácticamente por comida y que muchos estaban realmente vendidos a sus patrones de por vida a causa de deudas de padres y abuelos. Aducían, finalmente, que los cupos impuestos por los chilenos y gobiernos revolucionarios, los habían dejado arruinados.
Las autoridades reaccionaron violentamente, tomaron preso a Atusparia y lo torturaron bárbaramente. Catorce alcaldes indígenas que protestaron por el atropello fueron arrestados y se les hizo cortar la trenza que usaban orgullosamente como símbolo tradicional de nobleza. La indignación popular por estos hechos creció al máximo y se convirtió en un violento estallido.
Los pobladores de todas las localidades cercanas a Huaraz comenzaron a ocupar sus calles protestando airadamente. En respuesta, la caballería cargó contra la multitud, obligándola a buscar refugio en las ruinas de Pumacayán, donde Atusparia, después de una encendida arenga, organizó el ataque a la ciudad. La rebelión se extendió luego a todo el departamento con sangrientas luchas, como la que tuvo lugar en la captura de Yungay, valerosamente defendida por cuatro meses.
En abril la rebelión controlaba todo el callejón de Huaylas. El gobierno de Miguel Iglesias envió vía Casma dos batallones de infantería, dos brigadas de artillería, un regimiento de caballería y emitió sendos decretos suprimiendo los impuestos. El 4 de mayo el ejército recuperó Huaraz tras una sangrienta batalla iniciada el día anterior, día de fiesta popular por el señor de la Soledad. Atusparia fue herido en una pierna y luego capturado.
Tiempo después cuando Andrés Avelino Cáceres tomó la Presidencia (junio de 1886) sacó a Atusparia de la cárcel y lo invitó a Palacio de Gobierno, donde se dice dialogaron en quechua. Atusparia se mostró arrepentido y Cáceres reconoció los abusos que sufrían los indígenas. El huaracino en muestra de reconocimiento y respeto, le entregó a su hijo Manuel Ceferino para que el presidente lo educase y lo tuviese bajo su protección.
Sobre su muerte en 1887 se tienen dos versiones; la primera que señala que fue envenenado por sus propios seguidores que pensaban que los había traicionado; y, la segunda señala que Atusparia murió víctima del tifus que asoló las zonas de Marián y Unchus.
En reconocimiento a su gesta actualmente se tienen colegios con su nombre en Huaraz, Chimbote, Chacas y Corongo en Ancash y en el distrito de Magdalena en Lima, y en el distrito José Leonardo Ortiz en Lambayeque; calles y urbanizaciones como por ejemplo en SJL en Lima.
Su revolución significó un grito viril contra la infamia y la corrupción de un grupo de funcionarios públicos, pero quizá el verdadero drama de la gesta está más en el idealismo incomprendido del líder por parte de su propia gente. Es una muestra de la lucha del campesinado contra el poder establecido en aquella época convulsa en la que la patria se iba formando lentamente.
David Palacios Valverde
****************
Fuentes:
Alba Herrera, Augusto
www.imserso.es
revistas.urp.edu.pe
Es innegable que las tradiciones de nuestra región expresadas en leyendas, cuentos, mitos y/o relatos se han ido perdiendo a través de los años.Por lo que pedimos tu apoyo compartiendo este contenido, de esa manera nos ayudas en la tarea de difundir nuestra cultura e identidad. Únete a la Página de Facebook de Portal Huaraz. ¡Dale al botón me gusta en el siguiente cuadro!