El barrio de Belén, su histórica iglesia y su tradicional plazuela
El barrio de Belén, uno de los barrios tradicionales de nuestra ciudad está ubicado en la parte sur oeste, limitando con La Soledad, Villón, Huarupampa y llegando hasta las riberas del rio Santa y hasta el centro de la ciudad, es decir la Plaza de Armas.
Es un barrio rico en historia y participación comunitaria permanente, la que se puede apreciar en los carnavales, la fiesta de la Belenita, la semana santa, entre otras actividades, pero, en esta ocasión a solicitud de algunos de nuestros lectores vamos a escribir a cerca de su iglesia y su pintoresca y acogedora plazuela.
Se tiene información de este barrio desde finales del siglo XVII con la llegada de religiosos de la orden Betlemitas que realizaban obras de bien social con indigentes y personas necesitadas, sobre todo de atención en salud. Fueron estos religiosos quienes levantaron una capilla y la consagraron a su patrona la Virgen de Belén.
Esta primera construcción fue destruida por el catastrófico sismo de enero de 1725. Según información recabada del blog “un día como hoy en Huaraz”, se sabe que previa a la reconstrucción del pueblo, en un plano elaborado en 1872 se contempla en el extremo sur el Convento, el Hospital y la plazuela de Belén. El templo de Belén fue concluido hacia 1789 y era el más hermoso de Huaraz, con unos soberbios altares de estilo barroco, púlpito plateresco, con pan de oro y la fachada rústica con una torre de un solo cuerpo.
La imagen de Nuestra Señora de Belén, llamada por sus devotos Virgen Belenita, fue traída de España a inicios del siglo XVIII, inicialmente la imagen de la Virgen de Belén estaba sola, luego se le añadió al niño Jesús para formar con San José, la Sagrada Familia. La festividad en honor a la patrona del Barrio de Belén es el 24 de enero de cada año con celebraciones populares en la plazuela donde se ofrecen viandas tradicionales y se realiza la famosa verbena de Belenita con la quema de castillos y expresiones artísticas.
En el siglo XIX se establecen los cuatro barrios tradicionales: La Soledad, Belén, San Francisco y Huarupampa. Ya desde esa época es conocida la rivalidad entre soledanos y belenistas. Los primeros les pusieron el apelativo de “alalaq Belén” por el frio viento que llegaba por las tardes provenientes del rio Santa, aunque también se dice que era porque los habitantes de Belén eran presumidos, a tal punto que tenían la mejor plazuela, con una gran pileta y las mejores bancas vistas en aquellos tiempos.
En la plazuela de Belén, en distintos tiempos se establecieron el colegio San Agustín, donde estudió Santiago Antúnez de Mayolo (esto a finales de 1800 e inicios de los 1900), y, cuando se creó el seminario San Francisco de Sales (1902) funcionó en Belén antes de ser trasladado a los Pinos. Pero es recién en el año 1916 que es que la capilla es erigida como «Parroquia Nuestra Señora de Belén”.
El sismo del 31 de mayo de 1970, destruyó el templo antiguo considerado una joya colonial. Su demolición posterior permitió la desaparición de imágenes y bienes incluido el frontal de plata repujado. En la tragedia falleció el Párroco de Belén Presbítero victoriano Méndez Méndez, él ya se había salvado, regreso al interior del templo en pleno movimiento sísmico pretendiendo salvar a los niños acólitos, pero no tuvo el tiempo de salir, al rescatarlo lo hallaron en estado de protección a los niños aplastados por una viga de la iglesia, los niños se habían congregado en el templo para preparar la procesión de la Virgen María Auxiliadora.
Yo crecí en Belén en los años 80s e inicios de los 90s. Todavía recuerdo la sencilla y rústica capillita de madera y piso de tierra, enclavada en medio de la plazuela, en la que la misa de los domingos oficiada por el padre Gregorio Mezarina o Marcelino La Rosa Sánchez (de quienes fui acólito) era de un lleno total e incluso con personas afuera.
Solía subir con mis amigos a los cuatro cipreses que cuan guardianes flanqueaban las cuatro esquinas de la plazuela, y desde allí lanzar la pepitas “trompitos” a los transeúntes. Gasté mis energías de infancia y adolescencia en tardes de juegos en el parque “los pollos”, defendí sus colores canario y negro con una “B” en el pecho durante mi época escolar, fui testigo de cómo se envió para restauración del cristo rescatado del sismo, y como se sentaron las bases para el templo de hoy.
Mi barrio quedará por siempre en mí y mis recuerdos constantemente me llevan a él.
David Palacios Valverde
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Fuentes:
www.forosdelavirgen.org/artículos
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