¡Ay Perú como dueles!
Vivimos la crisis sanitaria más grave de nuestra historia en la que miles de peruanos enferman y cientos mueren a diario, vivimos una crisis económica que ha hecho que hayamos gastado nuestras reservas y el impacto en nuestra dinámica económica haya sido letal. Vivimos una crisis social en la que más de 6 millones han perdido su empleo y la informalidad ha crecido desmedidamente; y, a ello se aúna ahora una crisis política.
Se ha presentado otro pedido de vacancia en menos de cuatro años. Nuestra clase política parece no entender que por voraces apetitos el país seguirá desangrándose como lo viene haciendo desde setiembre de 2016, cuando la entonces bancada fujimorista inició la censura del ministro Saavedra, y que desde ese momento la lucha no se ha detenido.
Desde entonces se desarrolla una guerra entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo, teniendo además en el Ministerio Público y Poder Judicial protagonistas que también han intervenido, en opinión de esta columna, cometiendo excesos y judicializando la política: abusando con las prisiones preventivas, allanamientos y satisfaciendo egos de histriónicos fiscales.
Indulto que fue concedido y anulado a pesar de la desgastada salud de Fujimori, el suicidio del expresidente García que en la historia quedará como inocente ya que no se le condenó, Toledo fugado y capturado, PPK con prisión domiciliaria y Humala que también pasó meses en prisión a pesar de no tener condena.
Vizcarra llegó transitoriamente a la presidencia, se dice que luego de traicionar a quien lo llevara en la plancha presidencial y teniendo como operador a Cesar Villanueva, hoy preso por presunta corrupción, y, luego de traicionar también un supuesto acuerdo con el fujimorismo, pero sobre eso no hay más prueba que el rumor político y el sentido común por la forma como se dieron los hechos. Luego el oscuro cierre del Congreso, convalidado por un Tribunal Constitucional cercano al Ejecutivo.
Esta semana otro cuestionado personaje, ex Contralor de la República y hoy Congresista, presentó unos audios, de los cuales solo aquel en los que interviene Vizcarra son relevantes. Los otros son anecdóticos y no merecen gastar letras en ellos.
En dicho audio se escucha a Vizcarra ordenar a una subordinada lo que debe decirle a la Comisión de Fiscalización del Congreso, testimonio que luego sería sostenido ante la Fiscalía. Se da a entender también que él le estaría pagando el abogado y se habla de manipular información para negar su real relación amical o de negocios con un oscuro personaje que participó en la campaña presidencial y que extrañamente se benefició por más de 170 mil soles en el Ministerio de Cultura, sin formación ni experiencia, sino solo por ser cercano a Palacio.
Sin embargo, la reacción de Vizcarra lejos de autocrítica fue simplemente “aquí no pasa nada” y más bien mencionó prácticas montesinistas, habiendo recibido el respaldo de algún sector social, aliados políticos y la interesada prensa waripolera. Me pregunto ¿si la misma circunstancia habría ocurrido con Alan García o Keiko Fujimori?, estoy seguro que las reacciones habrían sido diametralmente opuestas. Doble moral que le dicen.
Luego, más allá de desorientados presidentes del Congreso llamando a las fuerzas armadas y un ejecutivo sin criterio saliendo a responder con los más altos mandos castrenses como parte de la escenografía, aunque se supone que no son deliberantes su postura parece estar bastante clara. ¿Habrá tenido algo que ver los muchos millones de soles asignados recientemente y cada vez mayores recursos para pensiones?, y lo peor de todo, como respuesta inmediata la Fiscalía y la DIVIAC (la misma que aparece para allanar viviendas de los enemigos políticos) obedeciendo a alguien que muestra poderoso su influencia en el Ministerio Público y Policía Nacional.
¡Ay Perú como dueles!, a estas alturas de la semana la correlación de votos y las leguleyadas en las que se apoyará el Presidente interino, parecieran indicar que no habrá vacancia, salvo algún torpedo a la línea de flotación, lo cierto es que los peruanos no merecemos politicastros oportunistas, pero tampoco militares que doblan la rodilla ni mitómanos habituales que deberán ser investigados por este y sus demás decenas de denuncias.
Pero mientras eso pasa, miles de peruanos habrán muerto, miles de viudas y huérfanos quedarán sufriendo y se habrán agotado miles de horas hombre de nuestras más altas autoridades en esta batalla fratricida que pareciera no tener final.
El Tuku
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