Ichi el Enanito
Bajo el cielo azul y limpio del Callejon de Huaylas, en Qjelle Huanca se abrió la tierra y del interior de ella brotó un enanito. Se llamaba Ichi, que en quechua quiere decir ‘pequeñito’. Estaba desnudo y tenia una brillante cabellera roja como fuego. Se sentó sobre una piedra y sacudió alegremente sus encendidas greñas. Sus ojitos vivos como brasas miraban asombrados el paisaje y como hacia frío se puso a llorar como un lechoncito.
Por entre riscos y peñas saltaba el enanoto y su cabellera roja se le enredaba entre las pencas y las tunas. A medianoche, tocaba su barriga como un tambor y el sonido ronco rebotaba de cerro a cerro. En las tardes calladas soplaba su chisca y la flautilla se transia de trinos, pero sobretodo , le gustaba asustar a los chacareros, y cuando los sorprendía juntando leña, gruñía y gruñía sordamente
Cantaba también debajo de la tierra, y sus canciones salían al aire como el agua de los puquiales cuando se convierte en nube. En los amaneceres celestes, las tonadas lejanas del enanito Ichi despertaban a los niños y los terneritos mugían dulcemente.
Recogido por: Arturo Jimenez Borja