Celebrando y recordando mi colegio Santa Rosa de Viterbo

 Celebrando y recordando mi colegio Santa Rosa de Viterbo

Colegio Santa Rosa de Viterbo

El pasado 4 de setiembre se celebró el Centésimo trigésimo cuarto aniversario del Colegio Nacional Santa Rosa de Viterbo, entidad educativa de la ciudad de Huaraz en la que cursé todos mis estudios escolares y me siento orgulloso por ello. Desde esta columna expreso mi saludo y mi homenaje por esta importante fecha, y hago extensivo un afectuoso abrazo de paz y bien a los viterbinos que han tenido la fortuna de formarse y educarse en sus aulas.

El colegio fue fundado por el personaje ancashino, Monseñor Fidel Olivas Escudero en el año 1886, y tomó este nombre en honor a una niña nacida en la ciudad de Viterbo (Italia), quien dedicó su vida al anuncio del Evangelio vistiendo el hábito de la Tercera Orden de San Francisco.

Desde entonces muchas promociones han pasado por sus claustros, adquiriendo una educación de calidad, con una sólida base que nos ha permitido afrontar con éxito la vida académica, social y laboral. En mi caso, además, cuento con una larga tradición familiar ya que mi madre fue alumna y maestra viterbina, al igual que tíos, tías, primos y hermanos.

En Santa Rosa de Viterbo nos inculcaron el amor a Dios y a la familia, y nos formaron para servir a la patria desde el lugar que nos toque. Aprendimos valores y principios como la honestidad, la honradez, la puntualidad, la autodisciplina, la solidaridad, el amor al prójimo y compartir con el que lo necesita. En estos tiempos de pandemia he sido testigo del espíritu de colaboración de los viterbinos que nos hemos organizado para ayudar a nuestros compañeros y sus familias que así lo han requerido, y es que en el colegio hemos formado amistades sinceras que perduran y se fortalecen a través de los años y décadas.

He tenido la oportunidad de formar parte de una promoción que se posicionó con éxito en la historia del colegio llevándole lauros y premios. La promoción 1992 San Jan Bosco ganó toda competencia en el ámbito académico, deportivo y marcial. Hoy recuerdo con nostalgia las mañanas deportivas en el estadio Rosas Pampa, con nuestros equipos en la cancha y las barras alentándolos intensa y sanamente, logrando campeonar en todas las disciplinas disputadas.

Recuerdo también los desfiles escolares en los que contendíamos con los otros colegios por los gallardetes con los que premiaban el orden, simetría y gallardía, logrando ganar todos, incluido el premio máximo denominado el Sol Radiante, y anecdóticamente también uno que otorgó la empresa cervecera Pilsen que generó desagrado en alguna de las religiosas. Luego de cada desfile nos reuníamos para ir a comer el clásico chocho acompañado por una ¿gaseosita?

También conservo con melancolía los retiros religiosos en Cancariaco, los paseos a Marián, tierra de Atusparia, o a las ruinas de Willcahuaín, espacios que servían para confraternizar, competir fortaleciendo el trabajo en equipo, tomar aire limpio y un nuevo impulso para continuar las jornadas académicas. Permanece también en mi memoria el desarrollo del llamado festival “Nosotros somos el mundo”, en el que el alumnado expresaba su talento artístico en el cine Radio, o los días de la juventud en los que eran los docentes quienes nos homenajeaban haciendo gala de sus habilidades para la música, el canto y el baile.

Recuerdo con cariño y respeto a nuestros queridos profesores que no solo nos formaron en las materias del conocimiento, sino que nos educaron para ser mejores personas, guiados por el pensamiento franciscano que ilumina señalando que debemos ser instrumento de tu paz, llevar luz donde haya tinieblas, llevar alegría donde haya tristeza y amor donde haya odio.

Mi saludo y mi abrazo sincero a mi profesor de la primaria Hernán Robles Espinoza quien nos moldeó para ser personas de bien, a nuestros queridos profesores de la secundaria como Raúl Muñoz, Gilberto Cermeño, Carmen Sánchez quienes hasta ahora nos acompañan cada vez que nos reunimos, y en sus nombres quedan representados todos aquellos que nos enseñaron algo para la vida. Asimismo, nuestro recuerdo póstumo a profesores como Ricardo Dextre, Oto Julca, Catalina Rodríguez y otros, que ya no están, pero cuyas enseñanzas han quedado para siempre en nuestras vidas.

Hoy el colegio luce una cara nueva, no solo en infraestructura, la denominación de “Parroquial” y un uniforme diferente al que yo vestí, pero estoy seguro la esencia es la misma, que la educación que se imparte es la misma, y que sus valores son aquellos que quedaron impregnados en mi vida, para siempre.

¡Feliz aniversario amado y recordado Colegio Santa Rosa de Viterbo!


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    David Palacios Valverde

    Cursó estudios escolares en su tierra natal y luego migró a Lima, donde desarrolla su vida académica y profesional hace treinta años. Su pasión por las letras se expresó desde temprana edad cuando comenzó a escribir poemas y cuentos que han permanecido inéditos; luego inició su camino literario con la publicación de un conjunto de cuentos bajo la denominación de Entre claro y oscuro (2020); luego incursionó en el mundo la lírica con el poemario titulado Evocación (2021). Posteriormente, el año 2023 publicó su primera novela llamada Desiderio, el hombre que se cansó de burlar a la muerte. Autor de artículos en diarios y en portales electrónicos, es colaborador permanente de Portalhuaraz.com; sitio web donde surgió la idea de crear su novela a través de veinticinco entregas en poco más de dos años. Su obra tiene como sello característico el misterio, lo sobrenatural, el amor y la nostalgia.

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